JuanMatachin

miércoles, enero 09, 2008

Recordando un alma

Sabes que me iré cuando los rayos del sol bordeen la baranda de la cama en que dormimos,
y veo ese subversivo haz de luz acercarce inclemente,
al levantarme, en nostalgia antipática te veré por última vez,
tirada allí, sobre una sábana verde.

Eres la más bella, la de las curvas más sutiles, la única realidad que mis ojos han visto;
una amante frígida, de blancura gélida, pero de sangre ardiente como el infierno de mis congojas;
has sido tu mis únicos lábios, mis únicas manos, mi único sexo,
has sido tu mi única vida, mi única via, mi único deseo.

Con tus noches ardientes me enseñáste que amar es más que decir si en alguna lengua extranjera,
y anaqueles bizarros en tus paredes me tentaban a besarte,
aprendí que el elixir embriagante de tus labios solo veneno era,
y que tu piel dorada arrancaba los brazos que se le acercaban.

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