JuanMatachin

viernes, septiembre 26, 2008

Una mirada hacia atrás cuando no hay nada que hacer

consúmase en un solo grito eso que llevo por dentro,
como un fantasma, como un arca de pretenciones
y se evapore como el amor en la tarde de invierno

Llevo un féretro en mi pecho
una oquedad poblada de gusanos
y los vivos huyen al verla.

Llevo un collar de ojos al rededor de mi cuello
con deseos inquisidores de ahorcarme
de apuntarme a la cara con un soplo fluorescente,

y mis dedos, secos de jugar con cuerpos amorfos,
se pasean por las hebras de un pelo rubio
de una mujer que prolapsa su desprecio y se atreve a mirarme

Mis manos, torpes esquelas de primaria
acarician esas las suyas de mujer hermosa
perfumadas como flores que no visitan el cementerio

Con estos ojos que se proyectan hacia el fondo de mi propia alma
le miro
le contemplo absorto como perro hipnotizado

De un momento a otro le estoy amando,
no como se aman los huesos que crujen en el enemigo
no como se ama la carne que se moja a la interperie

la estoy amando sin quererla, sin desearla, sin pretenciones
la estoy amando egoista, porque quiero que el pueblo de ella haga fiesta
que le destrocen el cuerpo; bastión arrivista de mi miseria

y entonces, cuando le hayan abierto la cabeza con una hacha de plata
yo comeré de sus sesos
y sorberé sus ojos para atracar su alma.

Asi, nos fundiremos los dos en este infierno,
en este cuerpo desolado que abriga con calor
el amor que le profeso y se evaporará en una tarde de invierno.

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