Ella bailaba
La energía circulaba,
era una sierpe dorada que se colgaba por las piernas
y subia hasta los ojos encharcados, grandes como ventanas
de casas coloniales,
con una mirada de fuego, ardiente; candela del horno.
Se movía su cuerpo en estrepitosos espasmos de alegria,
y vibraba con la naturalidad de las olas,
sus pies azotaban el piso, como en un reclamo,
la cadera mecánica, la de los pies ligeros
las notas se colgaban en su pelo ensortijado,
olor de canela en flor, seda al tacto.
Se posaban como flores del rocio,
bella ella se veía, solo bella, siempre bella.
Y ella bailaba, ella bailaba como loca,
como ida de este mundo, como pocas,
ella bailaba y le miraba, le miraba todo el mundo;
le miraba absorto y mudo.
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