JuanMatachin

viernes, marzo 08, 2013

Carta

Pues verás, acá estoy, recordándote con una locura heredada del libro que me estoy leyendo; con unas ganas absurdas de poder poner tu recuerdo en un congelador, de armarme de recuerdos vagos, de ideas subversivas y de dolores pasados para convencerme de que no me convienes y que me estás haciendo un favor. Con ganas de encerrarme por semanas en el hermetismo de la distancia y fungir como desaparecido de una guerra que se atravezó entre los dos y que solo deja destrozos con cada día que pasa.

Envidio tu deseo ferreo de volverme polvo, esa capacidad de almidonar tu corazón y permanecer de pie e indiferente mientras yo me desdoblo en mil nimiedades para llamar tu atención. Envidio ese letargo inmaculado con el que te puedes pasar los días sin hablarme y con variaciones de respuestas monosílabas por cualquier cosa que te pregunto, como si yo fuera un infante caprichoso que quiere agradar a sus mayores.

Pero se que no me volverás a mirar, se que te armaste de mi un traidor sin corazón y te echaste la mentira de todo el daño que te hice; pero, vida mia, todo te lo inventaste tú en esa cabeza de la que salen tantas fantasías que te hacen infeliz.

Se que no te quedarás conmigo, porque en tus venas corre el romantisismo escalofriante que te convida a atravezar el atlántico, porque las cartas te dijeron que allí estaría tu amor, ese amor de tu vida, ese que te llenaría de apapachos, de caricias, de sonrisas y de riquezas. Ante un futuro tan promisorio, no convendría quedarte a mi vera, una que además las mismas cartas prometieron son de un amor para sufrir, porque el mio, es un amor para sufrir.

Y no te puedo juzgar en nada, porque yo, que soy de los que no creen en nada; pues sufro lo que sufren todos los que no creen en nada, al final, creo en todo. Y me despierto todos los días a saber qué dice el horóscopo que me sucederá, o la carta astral, o las runas, o cualquier método adivinatorio que me de esperanzas. Y también le tengo miedo a la magia negra, a la blanca y a la de cualquier color, porque también estoy convencido que la única razón que queremos conocer nuestro destino es para poder doblarlo.

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