JuanMatachin

lunes, agosto 17, 2009

como un cocuyo

Me descubrió de repente la luz,
como sorprende un felino a su presa
golpeando con sus garras de fuego mis ojos
todos llenos de gris, que cargaban esa mirada vacía,
sin brillo, opaca. Me envolvió,
como una boa a su presa,
y yo desteñía sorpresa púrpura
azotadas estaban mis venas, que se retorcían como una bruja en el fuego.
De repente, un ángel me cosió las alas que llevaba rotas desde hacia mucho tiempo,
vueltas migajas, piltrafas y me dio una sonrisa brillante como las puertas del cielo.
Y yo, que solo sabía de vida opaca, empecé a brillar, como un cocuyo.