JuanMatachin

viernes, junio 19, 2009

Recuerdame

No me nombres que me duele,
me sangran los oídos como fuentes tibias
y se me enredan las tripas
como si se amaran, pero en realidad se odian.
No digas mi nombre porque mata, y revive;
me seduces en un tango eterno
donde despierto de mi ataud, con una sonrisa pálida
solo para verte allí parada con tus tijeras de modista,
con las que cortáste los arapos que hoy me cubren
y con las que me atraviesas el mustio corazón
cada vez que te miro a los ojos.

No me tomes de la mano, que se me cae;
se me pudre de a pocos
y se deshoja como los árboles en otoño....
ay, ni siquiera me mires cuando paso, cuando voy entretenido
mirando las chicas con sus cabellos al viento,
como crines de potrancas desbocadas.
Y es que tus ojos me fulminan, me derriten, y su haz de luz
labra oquedades entre mi pecho y mi espalda.

No me vuelvas a pensar por favor te lo suplico,
que me duele la cabeza cuando lo haces,
y me desplomo ipso facto
cuando mi imagen se pasa por tu mente.

No me nombres, no me mires, no me pienses....
pero no me olvides. Recuerdame sin nombrarme, sin mirarme y sin pensarme.

viernes, junio 12, 2009

Franco

Francamente me desfranco
cuando pienso tanto, cuando pienso tanto;
cuando me amarro los dedos y los cordones de seda
cuando me entrego a la lluvia, cuando me quedo en vela.

Francamente me desfranco
en los momentos oscuros
cuando ni un solo punto blanco
se pasea entre los muros.
Y encerrado como mosca
en una lata de dulces
francamente me desfranco
y se me van todas las luces.

Feliz de ser lo que he sido
adoro todos los momentos
cuando me abro a la luz
y cuando me quedo quieto,
cuando con palabras dulces
o con un amargo gesto
francamente me desfranco
y no digo lo que pienso,
pero han de ser para siempre
estos versos que ahora cuento
para que todos lo sepan
que por algo estoy inquieto
francamente me desfranco, me hago casi deshonesto,
casi un ruín de etiqueta, casi un martir, casi un muerto,
casi un político de espuma, casi un faquir, casi un roble
y las palabras que digo son poco dignas de alguien
que por franco parecer, parece al fin un gil noble.